Cuando nuestro gatito alcanza la edad adulta experimenta una serie de cambios que debemos tener claros para la actuación correcta en caso necesario.
Básicamente, los cambios se resumen en dos tipos: cambio físico y cambio sexual.
Cambio físico
Nuestro gato ha ganado peso, masa muscular y envergadura; se muestra menos activo que siendo un cachorro, aunque conserva sus momentos de locura y juego.
Debemos considerar que el gato duerme muchas horas al día; hay autores que afirman que puede pasarse hasta 18 horas diarias durmiendo. Es algo absolutamente normal y que no debe interpretarse como síntoma de ningún tipo de enfermedad o anomalía, siempre y cuando comprobemos que a lo largo del día mantiene, como ya hemos dicho, sus momentos de juego y no demuestra
haber perdido el apetito.
Es importante dejar claro que no porque haya aumentado su tamaño va a necesitar gran cantidad de comida; debemos recordar que el gato ya no está en etapa de crecimiento y sus necesidades alimenticias deberán ser acorde con la actividad que realice, no estrictamente con su tamaño. De lo contrario, se podría empezar a producir la temida obesidad.
Cambio sexual
Cuando tiene lugar el cambio hormonal, las hormonas empiezan a cambiar las prioridades de nuestros queridos gatos, lo cual no siempre pasa desapercibido.
Las hormonas son unas sustancias químicas que fabrica el cuerpo del animal y que actúan en el organismo a distintos niveles: estimulando el sistema nervioso central, acentuando los rasgos físicos distintivos de machos y hembras o regulando el ciclo sexual femenino.
Las sustancias básicas que la naturaleza ha creado para la preservación de la especie, al convertirse el gato en animal de compañía se transforman en fuente de conflictos: maullidos exagerados, mareaje con orina del territorio o incluso accidentes, como caerse de un balcón cuando busca aparearse. Se trata de algo que obviamente preocupa y molesta a muchos propietarios, pero hay que
tener siempre claro que el gato o gata NO PUEDE EVITARLO, por lo que no conseguiremos nada con castigos o gritos.
El cambio hormonal, alterará totalmente las prioridades de nuestro gato, convirtiendo el apareamiento en casi una obsesión.